Ya hace unas décadas que los servicios de coaching llegaron a nuestros lares y se asentaron después de haber demostrado su validez y éxito en muchos otros países, pero sin duda es en estos últimos lustros donde estos servicios se han desarrollado en su plenitud y cada vez más tienen mayor importancia.
Cabe decir que esta creciente importancia lamentablemente no siempre ha ido unida a las buenas prácticas por parte de todas las personas implicadas y el intrusismo en este sector, la falta de regulación y en muchas ocasiones la ausencia de conocimientos sobre el sector mismo han hecho que lo que resulta ser una herramienta imprescindible para el desarrollo personal y profesional en muchas ocasiones no tenga ni el reconocimiento ni el alcance que se merece.
Para evitar esta situación, la clave la encontramos en la escuela de coaching, una escuela de coaching que debe tener como función velar por la debida formación de los aspirantes a coach y que estos ofrezcan al mercado unos servicios seguros y de calidad.
Como se decía, lamentablemente no siempre las buenas prácticas han mandado en este sector y son muchos los que aprovechándose de un vacío legal se hacen pasar por coach sin serlo con las graves consecuencias que ello puede acarrear.
Así, se puede ver que no todo el mundo puede dar el servicio de coach adecuado a la sociedad a la que sirve y en consecuencia no todos los que se hacen pasar por coach pueden dar con las teclas adecuadas que debe tener todo buen coach.
Y ¿cuáles son las claves de un buen coach? Las claves de un buen coach son bien claras: no se trata de formar, ni de enseñar, no se trata simplemente de hablar ni de aportar ideas, se trata de seguir una metodología y procesos determinados para acompañar a su cliente al logro de los objetivos que se hayan establecido.